domingo, 16 de mayo de 2010

Prólogo y Capítulo 1 de ''Under The Red Bermuda'' (Updated)

Prólogo: Punto de Partida
Concebí la razón de escribir por primera vez desde que alguien me dijo que ‘’no me permito escribir con sabiduría’’. Desde entonces, había querido experimentar primero con una autobiografía (solo para ver qué tal me iba).

The Begining
Hospital Metropolitano de Fernando de la Mora, Paraguay. 22 de agosto del año 1993, 6.15 de la mañana, con un peso de 3,850 y midiendo 54 cm., nacía yo en aquel hospital. Guillermo Bareiro, el primer hombre que me tuvo entre sus manos (pero no el último) había declarado que estaba sano y salvo. Alérgico al polvo desde ya temprana edad, nací en el seno de una familia bastante acogedora. Madre, padre, hermanas y un hermano. Feliz.
Había vivido la mayor parte de mi infancia en casa de mis tíos, hermano de mi madre, los cuales ya tenían dos hijos, llamados ‘’primos míos’’. No recuerdo exactamente cómo me llevaba con ellos, en aquel entonces no era conciente, tenía menos de cinco años. Llevaba una buena relación con mi familia, mi madre era la mejor, mi padre el mejor, y mis hermanas lo mismo. Gabriel (mi medio hermano mayor) vivía con nosotros desde siempre. Crecí –luego de mudarnos de allí- en una ciudad situada en el límite entre San Lorenzo y Capiatá. Supongo que tenía 4 años cuando eso pasó. Comprendía ciertas cosas que pasaban alrededor por más de que a veces deseaba no hacerlo. No fue un cambio radical dentro de mi vida, puesto que no conocía a casi nadie fuera de la casa de mis tíos, así que, por lo menos en lo amistoso, no me costó demasiado acoplarme al cambio de ambiente.
Compartiendo la habitación con Gaby (así le decíamos a mi hermano), me había adaptado a ciertas reglas dentro de aquel ambiente en el que sonaban canciones fuertes a un alto volumen, reglas como ‘’no toques esto’’, o ‘’no entres ahí’’ y demás cosas. Había respetado ciertas reglas. Me gustaba pasarme el rato escuchando su música -por mas de que entre nosotros no hubiese tema de conversación- Era intenso el sonido de la música que salía de un mini componente en el cual sonaban canciones que me gustaban, y con las cuales convivía casi todo el día. De día, de noche, hasta de madrugada, aunque sea por medio del sonido de sus auriculares, escuchaba sus canciones. Ahora tiene mucho sentido el por qué de su gusto hacia grupos como Nirvana, Led Zeppelin, Guns N’ Roses y demás. Crecí con el rock, y eso es algo que heredé de él, y debo decir que no fue lo único.
Estaba acostumbrado a pasar el tiempo con Adriana, o Gabriela, que son mis hermanas, con las cuales menos diferencia de edad llevo. Patricia siempre había sido una hermana ejemplar. Cuidándonos las espaldas a cada uno de nosotros se había convertido en el objeto de mi afecto, al igual que mis padres. Cada uno de nosotros era diferente a su manera, pero dentro de nosotros se escondía siempre algún pequeño detalle que nos hacía idénticos. Mis padres siempre habían sido ejemplo de todo. Claro, no pretendiendo ser como ellos, ni ellos pretendiendo lo mismo. Desde que tengo uso de razón se habían asegurado de que nunca nos falte nada a mi ni a mis hermanas (y a veces hasta se ocupaban de que no nos falte nadie). Tuvimos ciertos desequilibrios económicos, familiares, sociales, y demás, pero no fue causa para poner en desequilibrio todo el amor que nos llevábamos entre nosotros.
A los 5 años ya había sido partícipe de un lugar en que podía –al fin- relacionarme con personas de mi edad (por no decir ‘’como yo’’). Un lugar en el que debías ganarte el respeto de todos, y simplemente hacer lo que todos decían (por mas de que no siempre obedecía las reglas). Ese lugar se llamaba Escuela, y era el lugar al que en mis primeros años me había dado la oportunidad de conocer ése lugar que llamaban ‘’’mundo’’. Mientras otros compañeros míos gritaban, zapateaban, y lloraban a causa del miedo que les provocaba quedarse ‘’solos y desprotegidos’’ de las faldas de sus madres, yo no lo hacía, sino que me gustaba. Siempre me había agradado pasar el tiempo allí, o por lo menos desde siempre. Me sentía a gusto.
En cierta forma me había dado cuenta de que ya estaba harto de estar encerrado en casa, y por mías Nirvana que sonara el la radio, ya no quería estar allí.
A medida que pasaba el tiempo, fui creciendo de a poco y sin darme cuenta. Era el año 2001 y cursaba ya el segundo grado. Era normal verme jugar y saltar por todo el patio de la escuela como lo hacían todos los demás. Me entretenía disfrutar de mi infancia sabiendo que algún día acabaría, y que luego debería ser una persona con responsabilidades y que responda por sus actos, sean cuales éstos sean.
Era libre. Reía, jugaba, y me sentía muy bien. Hasta inventábamos juegos nuevos para disfrutar aún más y dejar atrás juegos que ya todos conocían. Creo que esa fue (y sigue siendo) una de las características de mi generación: el poder imponer cosas nuevas, tendencias nuevas para poder tratar de salir de aquel ‘’molde’’ en el cual todos estaban metidos y del cual todos querían salir, pero del cual solo unos pocos logramos escapar. Un sistema se había impuesto entre nosotros, un sistema con falta de originalidad, que buscaba que cada uno sea igual al otro, y no que cada uno sea diferente del otro. Nunca estuve de acuerdo con eso. Desde siempre me había sentido fuera de ese molde por mas de que pareciera que estaba dentro de él.
Como sea (volviendo al tema), era feliz siendo yo mismo. Era normal que yo jugara con personas de mi edad, que nos ayudemos, etc. Era normal que discutamos, y que luego sin darnos cuenta nos reconciliemos, pasadas nada más que 2 horas luego de que Ricardo le haya dado una patada a Carlos por alguna causa absurda y del todo desconocida, por ejemplo. Era normal todo eso. No jugaba al fútbol, no estiraba del pelo a cada compañera que pasaba. Eso no quiere decir que me haya sentido diferente en aquel entonces, pero hoy en día, eso explica mucho, y hasta me sirve de base para poder crear una propia personalidad. Sea como sea, ya desde pequeño me había sentido fuera del molde que aquel sistema había impuesto.
El tiempo siguió, y varias cosas a mí alrededor fueron evolucionando: la tecnología, la moda, la forma de expresarse, hasta los métodos de estudio. En mi dimensión, ya me había dado cuenta de que era diferente a los demás, y supe (desde siempre) que eso saldría a la luz alguna vez. Siempre soñé con que serviría para algo, y la idea de que no fuese algo común y corriente me gustaba mucho. Había pasado (ya casi sin darme cuenta) al cuarto grado. Me sentía feliz. Era un buen chico sin problemas de aprendizaje, que cumplía con sus tareas como alumno, compañero, y amigo. Mi familia había sufrido en aquel entonces ciertos desequilibrios en cuanto a lo que mi hermano hacía, decía, y lo que no hacía. Pero esa es otra historia. Al fin en aquel tiempo (del cuarto al sexto grado) me había relacionado con mis pares masculinos. Ya casi no hablaba con ‘’ellas’’. Era ‘’uno de ellos’’. Jugaba juegos de niños, me comportaba como un niño, y todo lo demás, pero lo que más me gustaba de eso era que mi círculo de amistad no era igual a todos. Los demás chicos jugaban juegos ‘’de niños’’, nosotros también lo hacíamos, pero a nuestra manera. Como mencioné anteriormente, mi generación se había basado en crear cosas nuevas, por mas de que éstas no sean utilizadas como actividades para todos los demás. Las cosas estaban creadas, si los demás querían hacerlo también, no importaba demasiado, lo único que interesaba era divertirnos haciendo cosas que (casi) nadie hacía.
En aquella época (tras varios problemas que habían tenido mi hermano con mis padres) había surgido un serio desequilibrio familiar tras la muerte de mi hermano mayor, Gabriel. Había decidido acabar con eso a causa de razones que solo el había podido entender, pero razones que (sean cuales sean) no habían justificado tal hecho. Amante del rock and roll, en plena juventud, muere mi hermano a causa de asfixia por ahorcamiento. Sin lugar a dudas fue un hecho que marcó (y sigue marcando) una etapa en la vida familiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario